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  Dalmine, DalmineSiderca, Siderca y TenarisSiderca
En 1943, a raíz de la asonada militar que llevó al gobierno al Gral. J. J. Ramírez, se produjo en la Argentina de post guerra, una etapa de profundas transformaciones políticas y sociales. Previamente en la década 1930/40, cobró importancia un vigoroso, movimiento de opinión nacional, tendiente a conseguir una mayor independencia respecto a los capitales británicos.
La política económica resultante del golpe militar, incide en una mayor injerencia de los sectores laborales sindicalizados, que culmina en 1945, con la adhesión de los trabajadores, al entonces Coronel Juan Domingo Perón, artífice de esa línea que conformó una nueva fuerza política, de tinte nacionalista y definido sentido social. Entre las realizaciones estructurales merecen citarse básicamente la nacionalización del Banco Central y de los servicios públicos -ferrocarriles, gas, electricidad, teléfonos, transportes, puertos y elevadores- promocionándose así la industrialización. En pocas palabras el estado toma la responsabilidad, que quizá por su envergadura no puede asumir el capital privado. En ese contexto, el Ingeniero Agustín Rocca titular de Techint, comienza en Campana la construcción de Dálmine Safta (hoy TenarisSiderca), el mayor emprendimiento siderúrgico privado en el país, para la fabricación de tubos sin costura, destinados fundamentalmente a la explotación petrolera, con tecnología esencialmente italiana. Luego de superar diversos contratiempos, que en algún momento parecieron hacer naufragar el ambicioso proyecto, a mediados de 1954 se realizó la ceremonia de inauguración de la nueva fábrica. En sus comienzos la capacidad de producción anual no superaba las 150.000 toneladas, destinadas a cubrir el mercado interno y exportando a Sudamérica el sobrante. En la actualidad con la instalación de más moderna tecnología, la producción anual supera las 700.000 toneladas de tubos, que se exportan en su mayoría a casi todo el mundo. El complejo industrial formado en Campana, constaba con 16.000 m2 de edificaciones, incluyendo Cometarsa, 12 km de vías férreas propias en su predio y un canal de 2 km en cuyos muelles atracan los navíos, que arriban a Campana, prácticamente frente a la acería. Es de resaltar la acción realizada en el campo social, a la que el ingeniero Agustín Rocca le dedicó tanta atención, propia de su formación cultural y su espíritu cristiano. En la primera etapa de Dálmine-Siderca construyó barrios con 517 casas de moderno diseño, con jardines a su frente, que en su gran mayoría fueron adquiridas por sus operarios, y edificios en monoblocks con 53 departamentos, un centro cívico, hotel, capilla, un centro de recreación deportiva de 10 hectáreas y un estadio de fútbol para el club Villa Dálmine. En la instrucción pública, hizo construir cuatro jardines de infantes, siete escuelas elementales y una escuela de formación profesional (La Escuela de Educación Técnica "Luciano Reyes"), dotada de laboratorio, oficinas, estructura deportiva, todo ello bajo su supervisión, impulso y decisión personal. En el ámbito de la ciudad, don Agustín Rocca patrocinó la construcción de la Catedral Santa Florentina, enriquecida en su altar principal, con un mural cerámico del maestro Raúl Soldi; la remodelación del Hospital San José y el Asilo de Ancianos, entre otras obras. La Asociación Dante Alighieri estuvo también entre las instituciones a las que el ingeniero Rocca dedicó su atención, ayudando a mejorar su infraestructura. Las actividades culturales en general, merecieron además su atención: es importante citar la presencia de artistas de fama mundial como Uto Ughi, Salvatore Accardo o el pianista polaco Witold Malcuzynski, que visitaron Campana. El ingeniero Rocca entendía, que “la vida sin cultura, no tiene ningún sentido”.
A su fallecimiento su hijo, el ingeniero Roberto Rocca, asumió la responsabilidad de dirigir las empresas del grupo Techint. Hoy la planta Siderca, bajo su conducción, es continuamente modernizada, acorde con las nuevas tecnologías. Al igual que su padre, la comunidad de Campana forma parte de sus íntimos afectos y está siempre presente en sus realizaciones. La encomiable colaboración del ingeniero Amílcar Romeo, apreciado nexo con toda la sociedad campanease, es el vínculo humano para concretar las obras.
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