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La Casa de los Costa
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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoCasa de los Hermanos Costa - Fundadores de Campana

Vía https://www.laautenticadefensa.net - Edición del 26/may/2023



Mientras cursábamos la secundaria en la Escuela Normal Eduardo Costa, allá por 1981, fuimos invitados todo el curso (no eramos demasiados, alrededor de 18) a comer un asado a la casa de la profesora de Francés, quien en ese entonces era nuestra “Tutora". Un experimento muy interesante que proponía por aquel entonces la educación pública para fortalecer los vínculos entre alumnos, profesores e institución; el cuál la Sra. Marcela Moré se había tomado muy seriamente.

El encuentro era realmente raro, ir a la casa de una profesora no era algo común para el grupo, pero nos prendimos casi todos y la verdad la pasamos bárbaro mientras disfrutamos de un asado preparado por el marido de la profe, con una extensa sobremesa de charlas y risas... Fue inolvidable y cumplió su cometido integrador.

Cuando nos fuimos de su casa, todos juntos, salimos caminando por calle Brown rumbo a Luis Costa y a raíz de la iniciativa de alguno de los del grupo decidimos sortear una pequeña puerta atada con alambre y avanzar por un camino de cemento lleno de matorrales que terminaba en el mismísimo patio de la Casa de los Costa.

La verdad, nunca en la vida había estado allí y creo que ninguno de nosotros en realidad; aunque los que vivían más cerca, en el centro, si conocían de su existencia. Estábamos entonces, un grupito de adolescentes, investigando las ruinas de una vieja casona de la cuál sabíamos poco y nada de su historia, pero que el solo aspecto exterior en esa tarde gris de invierno imponía cierto respeto y, para que negarlo, bastante miedo a lo desconocido. Por suerte alguno de nosotros contaba con una cámara de fotos de esas pocket (no era muy común por aquella época cuando no existían celulares y las cámaras eran de rollo) y quedó plasmado como un documento fotográfico de aquella incursión a la vieja e histórica casona, que recorrimos también por dentro y donde nos encontramos en una de las paredes un dibujo terrorifico de una figura de Drácula y un ojo gigante, entre otros grafitis, además de algunos colchones sucios, velas y ropa tirada, que demostraban que alguien se resguardaba allí por las noches.

Desde aquel entonces mucho me atrajo ese lugar y su historia, por lo que cada vez que tuve oportunidad pasaba, trataba de informarme sobre él e intenté saber quién era el verdadero dueño y si había forma de recuperarla como vivienda. Durante el proceso también llegaron a mis oídos algunas raras historias de pasadizos secretos que terminaban en el río y que habían servido a algún prócer para esconderse de alguna persecución política, historias de fantasmas nocturnos que se movían por su interior como almas en pena y algunos otros fantásticos cuentos que iban bien con la oscuridad, la zona y el abandono.



Más tarde, mucho más tarde, me enteraría de parte del relato de Oscar Serrano que la casa ésta, así como la conocimos, no era tan vieja como el imaginario colectivo pensaba (fue reconstruída y terminada en 1904, con su planta alta y la posición de las aberturas como algunos tuvimos oportunidad de ver) y también que los hermanos Luis y Eduardo Costa nunca la habitaron ya que fallecieron antes: Eduardo en 1897 y Luis en 1902, solo en cortos períodos la disfrutó la “Niña" Costa (Sofía Lina Costa), ya que su vida transcurría recorriendo Europa o en Capital Federal, donde se sentía más cerca de la “civilización".

Si bien la planta baja aparentemente se habría terminado de construir en 1873 como casa de verano, ya con su galería y sus columnas, los Costa solían habitar otras propiedades que estaban en el Talar; pero esto no le quita para nada el valor histórico del inmueble que hasta 1958 estuvo en manos de los descendientes directos de la familia Costa.

Habían pasado muchos años desde aquella tarde de 1981 cuando pise la abandonada construcción, ya estaba avanzada la década del 90 cuando compré mi primera máquina fotográfica reflex, con un interesante zoom que me permitió lograr muy buenas fotografías, algunas familiares otras de paisajes y también de algunos eventos públicos en los que me tocaba estar.



Todavía no eran las máquinas digitales a las que estamos hoy acostumbrados, asi que si el rollo era color se revelaba en los laboratorios de Foto Gaby, Foto Henry o en Fotoproducciones . Pero si el rollo era blanco y negro lo hacía en el laboratorio de La Auténtica Defensa, con ayuda de Bocha Iglesias, Guillermo Guasconi o Pancho Miner. Fue por aquellos días que logré unas lindas tomas de la vieja casona, desde abajo de la barranca, y una en especial fue del agrado de Mónica, mi esposa, que años más tarde plasmó en un cuadro al óleo que aún hoy está colgado sobre la escalera de mi casa. Una obra de gran tamaño que es para mí de un valor incalculable. Recuerdo que en noviembre de 2005 unos amigos extranjeros nos visitaron y al ver el cuadro sobre la escalera me consultaron de quien era esa casa. Entonces los llevé hasta la barrera de Colón y Alem, ya que desde allí podía apreciarse la fachada asomarse entre la frondosa vegetación. Cuando la vieron, rápidamente me expresaron su pena por el estado calamitoso en que se encontraba (una ruina) y lo raro que no se hubiere preservado como museo o ícono histórico de la ciudad.

Dos años más tarde pasaría lo peor, en marzo de 2007. Luego de una copiosa lluvia, gran parte de la Casa de los Costa se derrumbó y con ella un pedazo de historia de la ciudad se perdía, como había pasado con el viejo Banco Provincia, la Capilla, el chalet de Viale y tantos otros monumentos arquitectónicos que la ciudad no pudo preservar. Una casa que desde 1980 ya era patrimonio de la Municipalidad de Campana, porque había sido adquirida por la Comisión Municipal de Estudios Archivo y Museo Histórico del Partido, en ese entonces compuesta por Víctor Luis Capusso, Patricia Huarte de Balmaceda, Germán S. N. Groenenwoold, Alides P. Cruz, Eduardo Albo, Oscar Serrano, Aída J. N. de Códega, Ana Camezzana y Elida Mollo de Rossiter; vecinos que tanto habían luchado para la adquisición, con el fin de restaurarla y ponerla en valor. Habían pasado 27 años y nada se había hecho por salvarla del paso del tiempo.

Tuvieron que pasar 15 años más para poder escuchar por fin un proyecto serio que busque devolverle a la ciudad parte de su memoria histórica: En Junio de 2022 la gestión de Sebastián Abella presentó, de la mano del Arquitecto Jorge Bader, una obra que ya se está llevando a cabo y que devolverá importancia al lugar de la Casa de los Costa. Luego de un minucioso estudio arqueológico y arquitectónico que busca tratar de resguardar lo poco que materialmente queda sobre la barranca de las calles Brown, Pasaje De Marco, Luis Costa y Colón se buscará por un lado la recuperación de la fachada y su patio con vista al río, donde funcionará un Museo Histórico, y un espacio minimalista hacia atras, donde funcionará la sede del Honorable Concejo Deliberante de Campana además de otras salas de usos múltiples. Esto terminará de cerrar un recorrido histórico entre el campito de Siderca, el barrio inglés, la Plaza de las Carretas, la Nueva Costanera, el Museo Ferroviario y la Avenida Rocca; siendo la frutilla del postre la Casa de los Costa.



Quiero destacar el empuje y el trabajo que vienen desarrollando un grupo de vecinos bajo el sello “A Toda Costa", quienes con pasión desde finales de 2019 realizaron recopilaciones de historias de vecinos, buscaron fotografías, mantuvieron reuniones con el municipio, realizaron investigaciones y realizaron publicaciones de artículos; que sin duda despertaron el interés del intendente para empujar y hacer realidad la puesta en valor de este lugar. Tal como lo habían hecho en 1980 aquellos otros vecinos tan comprometidos por su ciudad y con las mismas intenciones, “A Toda Costa" busca preservar la historia en el más amplio sentido de la palabra.

Será memorable volver a ver próximamente aquella fachada sobre la barranca, que indefectiblemente me remontará a aquella tarde cuando pisé por primera vez ese patio entre columnas con compañeros de secundaria. También recordaré esas primeras fotos de aficionado que luego inspiraron al tan codiciado cuadro pintado por Mónica qué tanto nos gusta lucir.

Prometo volver a desempolvar en ese momento la vieja cámara reflex para tratar de captar la misma foto de hace casi 30 años en lo que a encuadre se refiere, pero que seguramente parecerá haberse tomado en una tarde de 1904, cuando la casa gozaba de todo su esplendor. Ese día todos estaremos un poco más orgullosos de ser Campanenses, por haber dejado de barrer la historia y ocultarla debajo de la alfombra.



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