Ríos de tinta han corrido desde que tengo memoria, reivindicando la preservación de edificios como la Casa de los Costa, el Cine Teatro Italia, el chalet de Viale, la vieja estación ubicada en la costanera, entre otros.
No podría dudar de la buena voluntad detrás de los reclamos y manifestaciones públicas en favor del patrimonio histórico campanense y su preservación para las futuras generaciones. Pero, a pesar de tanto discurso enunciado y contorsión emotiva, muy poco se ha logrado.
El Patrimonio Histórico no será preservado. No sucedió hasta ahora, y probablemente nunca sucederá, excepto que haya un cambio en la perspectiva. Absolutamente todos, quienes vienen realizando declamaciones en pro de la preservación de un Patrimonio, sea por afinidad u oposición al gobierno de turno, han depositado su confianza en el Estado, o en alguna institución no gubernamental que mediante reclamos judiciales pudiera expropiar el edificio para evitar su demolición y cederlo en custodia al Estado...
Tras la pandemia y la cuarentena ha surgido un grupo autoconvocado de vecinos, orientado a "recuperar los espacios culturales e históricos de la ciudad", que han denominado "A Toda Costa" por centrarse precisamente en recuperar el predio de la casona y darle cierta utilidad cultural con acceso del público. Según han informado, es inminente su formalización como Organización sin fines de lucro, lo cual resultaría crucial para asegurar la transparencia, dada su interacción directa con el Gobierno municipal.
Insisto, el patrimonio histórico no será preservado, excepto que cambie el enfoque con el cual se pretende lograrlo. Hay ejemplos concretos, como en CABA, donde los edificios históricos no necesariamente pasan a manos estatales, sino que permanecen como propiedad privada, son declarados patrimonio histórico y trabajan en conjunto los propietarios y el Gobierno, para preservarlos. En algunos casos incluso se han configurado como proyectos sustentables, o rentables.
Es evidente que en Campana ha prevalecido una visión estatista del asunto, cada declamación acerca de la importancia del patrimonio histórico y su preservación ha recaído en la visión de que el Estado debe ocuparse, y para ello debe hacerse con la propiedad o aportar recursos extraídos del erario público. Ni siquiera la Casa de los Costa, siendo propiedad del Municipio, pudo ser preservada. Tal vez no sea el Estado o el Municipio quien pueda hacerlo eficientemente. Tal vez, por suerte, haya cambiado la perspectiva y finalmente se haya entendido que son los individuos, los ciudadanos organizados quienes pueden hacerlo de una forma comprometida.
Viene al caso un hito reciente en cuanto a la preservación de un documento histórico como es la Constitución de EEUU. Fue en realidad un intento frustrado, pero hicieron historia al utilizar la tecnología de blockchain para constituir una DAO (Organización Autónoma Descentralizada). Consiste en un contrato inteligente cuyo objetivo era la adquisición de una copia física del manuscrito de la Constitución. En sólo 72 horas cerca de 17 mil personas anónimas lograron recaudar más de 46 millones de dólares, el objetivo financiero se había cumplido pero hubo una oferta mayor y no pudo concretarse la compra. La tecnología utilizada permite la devolución transparente de los fondos en caso de no concretar el objetivo, y así sucedió.
El mundo ha entendido hace tiempo que la solución a los problemas de interés público no pasan exclusivamente por la utilización coactiva del Gobierno o el Estado; que las últimas tecnologías de crowdfunding, blockchain, finanzas descentralizadas, las DAO, los contratos inteligentes, los NFT (tokens no fungibles), e incluso el inminente "metaverso", están cambiando la forma en que la humanidad se organiza en pro de distintos objetivos. La economía digital, los smart contracts basados en blockchain y las DeFi, son de hecho las herramientas que las organizaciones tradicionales tarde o temprano deberán adoptar, para ser eficientes.
Por último, en la era digital que transitamos debería cambiar también el valor percibido del concepto "patrimonio histórico". La irrupción del metaverso y la realidad aumentada cambiarán la experiencia. Los valores pasarán de lo tangible a lo intangible. Ya pueden adquirirse copias digitales únicas (NFT), propiedades, parcelas y objetos en los diferentes metaversos. Tal vez veamos un día la Casa de los Costa a través de unos anteojos de realidad aumentada, o disfrutemos de una experiencia inmersiva en la vieja casona renderizada en 3 dimensiones en alguno de los ecosistemas de metaverso que están surgiendo, y así poder apreciar nuestra historia en toda su dimensión, sin los límites del espacio y el tiempo.