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La Casa de los Costa
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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoCasa de los Hermanos Costa - Fundadores de Campana

Vía https://www.laautenticadefensa.net - Edición del 25/jul/2021



Cuando en "A toda Costa" empezamos a pensar en la recuperación del predio de los Costa, aparecieron muchas ideas. Muy buenas ideas.

Muchas de ellas eran costosas y no es época de andar invirtiendo dinero que se necesita en cuestiones más urgentes para los vecinos. Otras, eran poco viables porque nos llevaban a pensar que podíamos reconstruir un pasado que se derrumbó y que nunca podrá levantarse de nuevo.

Pero de lo que nunca tuvimos dudas fue de la idea de recuperar la memoria, el mayor patrimonio histórico que existe. Datos, hechos, acontecimientos que de tan breves y personales ni siquiera fueron parcialmente plasmados por escritores e historiadores locales. Recuerdos que viven en la memoria de quienes caminaron (¡y corrieron! a juzgar por lo que venimos leyendo en este espacio de los domingos) por el talar y las veredas cercanas.

Sin embargo, los recuerdos son construcciones que nosotros mismos hacemos sobre la auténtica realidad. Son imágenes que nos formamos, que vamos mejorando o empobreciendo según pasa el tiempo y nuestras vidas. Entonces, es inevitable que algunos recuerdos sean más luminosos, o menos coloridos, más opacos o menos precisos. Es casi seguro que surgirá más de una versión o que irán apareciendo datos que para unos serán menos exactos que para otros.

¿Eso tiene que enfrentarnos o hacernos desistir de nuestro compromiso con la historia o con la memoria popular que queremos reconstruir para las futuras generaciones?¿Tenemos que pensar que hay confusión o falta de coherencia? Algunas veces, tendremos que aceptar que la memoria flaquea o que dos personas distintas recuerdan un hecho o un dato de manera diferente. Ya vendrán los historiadores a revisar cuál de los dos datos es más cercano a la realidad o por qué los dos son verdaderos.

Sin ir más lejos, la bajada del tigre nos trae a la reflexión sobre las confusiones que pueden aparecer. Nosotras somos hijas de Osvaldo. Él era nieto de los vascos que le habían comprado las tierras a los Costa en la segunda mitad del siglo XIX. No sabemos bien cómo fue que llegaron a esta zona, pero llegaron en el momento más oportuno para comprarle a Don Luis Costa, que venía por la casa de la esquina de la calle 9 de Julio (enfrente de los Marquehosse y los Camezana) a ofrecerles personalmente un loteo o un buen terreno para cría o pastoreo.

Puntualmente, Magdalena Inchauspe, casada con Iparraguirre, tuvo ocho hijos y, aún así, cuidaba los animales con su marido. Habían comprado sobre la que ahora es 9 de Julio porque la Mitre era muy ruidosa por los carros y -aunque era más caro que en las calles más cercanas al río- se aseguraban librarse de las crecidas. Para asegurar el futuro del único hijo varón, León, llegaron a pactar la compra de los terrenos libres "hasta el cementerio" (según contaba Anita Camezana) pero la llegada del frigorífico, hizo fracasar el proyecto del joven vasco, que prefirió la modernidad de no trabajar en el campo. Para Magdalena Inchauspe de Iparraguirre, la Real estaba lejos, y cuando Don Luis le contó que a su mamá (Magdalena, también) se le había aparecido un tigre, entendió que se trataba de la calle que ahora conocemos como Colón. Su relato ubicaba geográfica-mente al tigre en ese espacio que a Magdalena le era conocido, porque esa era para ella y para toda la familia la bajada del tigre con toda su historia. Obviamente, esta asociación de la bisabuela (que cantaba la Marsellesa, que hablaba francés con algunas de sus hijas, que cargaba una oveja con la misma destreza que las porcelanas), este comentario no invalida, para nada, que la bajada del tigre sea la denominación de otra calle que puede, o no, estar debidamente confirmada por la investigación histórica y por los dichos populares.

Nuestros recuerdos y los recuerdos de muchos valen aunque no los leamos en los libros de Sinay o de Fumiere. Aunque no tengamos fotos, nuestros bisabuelos y los de muchos otros trabajaron esta tierra y construyeron acá, y seguro que alguna anécdota, alguna historia familiar, algún dato nos heredaron. Y hasta es posible que se contradigan con el de algún primo o vecino. ¡Bienvenida sea la contradicción, entonces! Si la historia la escriben solamente los que ganan o los que tienen la voz más fuerte, aprenderemos a quedarnos sin memorias y recuerdos para nuestros nietos. Aclaremos, contradigamos, contemos lo nuestro, discutamos: dejemos que nuestros recuerdos sean verdaderos aportes para el futuro. Que nuestros recuerdos de primera o de segunda mano, sean siempre bien intencionados, amorosas piezas de un pasado que hizo felices a quienes nos precedieron y que serán el edificio más importante de las generaciones que nos siguen.






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