Las novelas cuyas historias hicieron referencia a los momentos de violencia política arrolladora en nuestro país ("La lengua del malón" -2003-, "El amor argentino" y "77" – 2008-), sus encendidas exposiciones en diversos Congresos Internacionales de Literatura aquí en Argentina ("Orbis Tertius" en la ciudad de La Plata y "Celehis" en la ciudad de Mar del Plata), la charla que ofreciera hace años atrás en el Colegio Nacional de Zárate e Instituto 120 para docentes, estudiantes de la carrera del Profesorado en Lengua y Literatura y público en general adonde asistimos con algunas de las personas integrantes del taller "Álgebra y Fuego", hicieron que la convocatoria a participar de la entrevista pública a Guillermo Saccomanno el domingo pasado en el Parque Urbano, en el marco del programa de la provincia de Buenos Aires "AcercArte" resultara muy tentador, ineludible y, en cierto punto, curioso atendiendo el pensamiento del escritor.
Él mismo hizo referencia a la humildad de su origen, nació en 1948 y vivió en las calles de tierra de los sectores más pobres del barrio de Mataderos y su padre fue un dirigente sindical socialista cuya biblioteca con ejemplares de Marx, Bakunin y otros estuvo siempre abierta a las lecturas del hijo, precisamente siempre ávido de lecturas.
La joven que condujo la entrevista lo llevó a sus inicios como historietista y Saccomanno recordó cómo a los veintidós años (años ’70) se inició como guionista de historietas lo que lo llevó a trabajar junto a destacados dibujantes como Alberto Breccia, Leopoldo Durañona y otros en publicaciones argentinas, europeas y norteamericanas y reconoció asimismo a Carlos Trillo con quien compiló la Historia de la Historieta Argentina como uno de sus principales formadores en cuanto a la producción de estos guiones. Esta experiencia en el género le permitió diferenciar la diversa función del texto y el dibujo en la sucesión de viñetas y cuando en épocas de duras restricciones a la libertad de expresión había cosas que no podían decirse mediante la palabra, sí podían explicitarse o al menos sugerirse mediante el dibujo. La dinámica dibujo-texto le permitió pensar en la construcción de imágenes fuertes con palabras, que dispararan desde su narrativa un fuerte impacto al lector, así como también un ritmo ágil a sus historias.
Se refirió también a "El Eternauta" de Héctor Germán Oesterheld que en clave de ciencia ficción introduce la figura de un héroe colectivo – no individual- que cobra relevancia formando parte de un grupo humano rodeado de muerte contra la que deberá luchar. En la marcha repetitiva y recursiva de la historia, a la que Saccomanno se refiere en varias oportunidades señalando el contenido político de ciertas historietas recuerda que su primer libro de cuentos está irremediablemente perdido. Lo había llevado a una editorial que ya había aceptado su publicación y a los dos o tres días de la entrega, la editorial fue cerrada por la última dictadura cívico militar y ese material resultó irrecuperable.
Las dificultades de escribir en esos tiempos, las dificultades económicas y su decisión de mudarse a Villa Gesell lo llevaron a plantear un taller de escritura literaria donde según él fueron algunas talleristas mujeres que venían en colectivo desde Mar del Plata como Ángela Pradelli, Claudia Piñeiro y otras que no se retiraban de la escena literaria dadas las circunstancias, sino que con perseverancia asistían a esas clínicas de escritura de las que surgían historias vinculadas al género cuando aún el empoderamiento femenino estaba lejos.
Saccomanno no llegó sólo a Campana, lo hizo junto a su actual compañera Fernanda García Lao, mendocina, también escritora y exiliada en Madrid durante los años 1976 – 1993. La entrevistadora se mostró muy entusiasta por las novelas que escribieron juntos "Amor invertido" (2015) y "Los que vienen de la noche" (2018). Por fuera de "Los que aman, odian" de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo no hay en la literatura muchos casos de parejas de escritores que asuman el reto de escribir a dos manos o a cuatro, ya que se trataba de intercambios por e-mail en los que cada uno desafiaba de alguna manera al otro.
¿Quiénes son los lectores de Saccomanno? ¿A quiénes leyó él como lector? No hay un lector modelo lo suficientemente definido en la producción literaria de Saccomanno que difiere , por otra parte, en cuanto a las novelas publicadas desde 1984 al 2010 y a las publicadas después de esa fecha, sí hay en él una toma de posición en cuanto a su trabajo como escritor al que define como un proceso de ir abandonando la tendencia a narrar desde una subjetividad dominante y cierto narcisismo para acercarse a escuchar las voces de los otros y tratar de comprender sus conflictos. Los escritores que leyó y que sintió que nutrieron su escritura fueron sin lugar a dudas Dostoievsky, Kafka, Viriginia Woolf en "Al faro" que le permitió pensar en formas diversas de construcción de un monólogo interior, también William Faulkner en "El ruido y la furia", Roberto Arlt cuyo lenguaje y narrativa descontracturaron el campo literario argentino ya a partir de "El juguete rabioso" y que lo hicieron sentir una suerte de Silvio Astier, por lo que lo incluyó además como personaje en su novela "Roberto y Eva. Historias de un amor argentino" de 1989, no así Jorge Luis Borges de quien, aun valorando su obra narrativa, no llegó a traspasarlo emocionalmente como sí lo hizo Arlt, y considera su modelo "ya agotado". Lo que Alan Pauls llama "El factor Borges" en cuanto a construcción de una obra y su autor es un modelo del que Saccomanno se apartará. Elogia también a David Viñas, un maestro siempre, lúcido y apasionado, características éstas que también podrían aplicarse a Saccomanno. La charla continuaba y Saccomanno habló también de una nueva narrativa norteamericana que por primera vez pone en escena la insensibilidad y miserias del neoliberalismo y ya no exclusivamente con las minorías raciales negras, como lo fue siempre, sino con sectores blancos llevados a la pobreza. También habló del fenómeno editorial de "Sinceramente" el libro de Cristina Fernández de Kirchner, no como libro de narrativa literaria pero sí política y manifestó que sin considerarse kirchnerista, le provoca admiración la figura de Cristina, su lucidez política que hace que no sólo la considere en ese campo sino también como una "intelectual" capaz de interpretar su tiempo.
De sus novelas, me gustaría recomendar "El oficinista" (2010) con la que obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2010 de Seix Barral otorgado por un prestigioso jurado y que ocurre en un tiempo futuro pero tan posible y verosímil que se parece al real que habitamos. Comienza así: " A esta hora de la noche los helicópteros artillados sobrevuelan la ciudad, los murciélagos revolotean en los ventanales de la oficina y las ratas se pasean entre los escritorios sumidos en la oscuridad, todos los escritorios menos uno, el suyo, con la computadora prendida, la única prendida a esta hora. El oficinista siente un roce veloz contra sus zapatos. Un chillido leve, huidizo, que sigue de largo sobre la alfombra y se escabulle en la negrura. Aparta la vista de la pantalla de la computadora. Ve las sombras aladas en la noche exterior. Después consulta el reloj de bolsillo, apila unos expedientes, dispone en una carpeta los cheques que habrá de firmar mañana el jefe, y se levanta para partir. La lentitud de sus gestos no se debe sólo al cansancio. También a su tristeza."
La novela continúa por territorios que pueden parecer absurdos y de fatal desaliento pero el lector no puede apartarse de su fuerza hipnótica. La conversación con Guillermo Saccomanno siguió su curso y también tuvo algo de magia: convirtió a la tarde del domingo en algo absolutamente disfrutable, como lo suelen ser las buenas conversaciones con densidad y profundidad de sentidos.
El último domingo, Guillermo Saccomanno dialogó con nuestros vecinos en el Parque Urbano, gracias al programa AcercArte.
Marisa Mansilla/ Taller Álgebra y Fuego / marisamansilla2000@yahoo.com.ar