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Imprimir esta páginaEnviar este artículo por E-mail, a un AmigoVia La Auténtica Defensa: Noticias de Campana

Vía https://www.laautenticadefensa.net - Edición del 16/jun/2019




De cómo Eugenia Calle, profesora de tenis en el club Ciudad de Campana pasó a ser "Euge dibuja", artista visual, muralista y decoradora de vidrieras.

Aunque recuerda que de chica era creativa, el arte sólo estuvo de forma intermitente en la vida de Eugenia. Su actividad principal siempre fue la educación física. En su casa todos hacían algún deporte y ella no era la excepción. Así fue que al momento de elegir una carrera para continuar los estudios, la elección estaba prácticamente tomada de antemano. Pero ya desde esa época una suerte de premonición le afloraba: "Pasaba por el IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte) y veía a los chicos con carpetas de dibujos y con esa onda hippie que nunca fue mi onda. Por dentro me decía que quería estar ahí. Pero nunca me animé a decírselo a mi papá".

EL DESPERTAR

Eugenia no pudo terminar el profesorado pero comenzó a dar clases de tenis y natación en el club Ciudad. Los días de lluvia eran prácticamente perdidos: nadie iba a las clases y no había mucho para hacer. Fue entonces cuando se le despertó la idea de comprar hojas blancas, fibras y empezar a dibujar, pasatiempo que rápidamente se volvió obsesión: "Fui a lo de Mariano Tello con un poco de vergüenza a mostrarle lo que hacía porque no sabía para dónde ir pero quería aprender, perfeccionarme. Se me despertó el fanatismo por lo anatómico, busqué muchos libros de medicina y empecé a dibujar corazones viscerales. De a poco comencé a incorporar color por el incentivo de Mariano, quien también me alentaba a hacer dibujos cada vez más grandes. Él me dio mucha confianza".

Los "corazones viscerales" pasaron a ser el centro de sus dibujos con formas cada vez más realistas y detalladas: "Ahora que pasó el tiempo le encuentro un sentido a eso: Lo relaciono con lo emocional, era un momento de contar. Me vivo agarrando anginas por cosas que no digo, cosas que callo".

DE BOCA A BOCA

Las dudas comenzaron a brotar en su cabeza. Aunque en sus clases tenía decenas de alumnos por hora, su sueldo seguía siendo mínimo. Comenzó a preguntarse si la Educación Física era lo que quería para toda su vida y si la relación de dependencia en la que se encontraba podía cambiar. Decidió largar todo y arrancar de cero. Pero las cosas no estaban fáciles, había un hijo que alimentar, un alquiler que pagar y no tenía un plan B.

Así las cosas, y in saber muy bien por qué, miró la pared que tenía delante y la comenzó a pintar: "Le tenía mucho miedo al pincel", recuerda. De esa pared surgió su primer trabajo. Una amiga con negocio le elogió la intervención y entonces Eugenia se ofreció a pintarle el local para promocionarse. El boca a boca comenzó a crecer y de a poco fue haciéndose de una nueva profesión: "Vi que muchos subían fotos dibujando vidrieras a una página de marcadores que sigo. Entonces le pedí a una amiga con local si podía intervenir las suyas. Ver a un artista pintando en vivo a la gente le encanta. Además, es mucho más económico que otro tipo de decorados y se puede cambiar por temporada. Este último año las vidrieras me dieron mucho trabajo".

Ponerle precio a lo que hacía no fue fácil, pero de a poco fue ganándose un nombre y los trabajos se ramificaron: "Comencé a hacerle dibujos al local de motos de Villaverde y me di cuenta que podía hacer otras cosas. Él quería digitalizar mis dibujos para hacer remeras y yo no sabía hacer eso. Ahí se me ocurrió estudiar diseño gráfico para complementar".

Después de diez años volvió a inscribirse en la universidad de arte a la que había dejado de asistir por el nacimiento de su hijo: "Ahora disfruto mucho más la carrera. Antes la teoría no me importaba, ahora estoy re traga libros", cuenta riendo. "Tengo un acelere, quiero avanzar. Quiero aprender herramientas que no tengo y quiero tener la docencia, me gusta enseñar".

La pasión parece ser un nuevo motor de energía en la vida de Eugenia: "Ahora tengo dos proyectos. Uno es comercial, en el que la gente me llama y hago lo que me piden. El otro es reservar un espacio para mí, donde expreso lo que tengo para contar. Antes en Campana era Euge la profe de tenis. Ahora voy por la calle y me reconocen por mis dibujos, eso me pone contenta. Hoy vivo de ésto y para mí el día que tengo que ir a pintar una vidriera es la gloria. He pintado lugares por $300 y por $10 mil. Y siempre fui con la misma emoción" asegura y finaliza: "Siento que ésto no tiene techo".


“El día que tengo que ir a pintar una vidriera es la gloria", dice Eugenia.


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